Al devastador panorama que va demarcando la creciente de los ríos y las intensas lluvias en gran parte de la provincia, se añaden algunas historias que representan un potencial riesgo. A lo largo de los 18 kilómetros que separan la ciudad de Santa Fe -desde la fuente de la Cordialidad- hasta el ingreso al túnel subfluvial se cuentan cientos de vacunos, equinos, ovejas, chivos y perros. Se los ve pastando, contenidos por el tendido de precarios boyeros eléctricos o deambulando con andar cansino sobre ambas márgenes de la ruta nacional 168 e incluso, en el cantero central de la autovía. Aprovechan el poco pasto que queda, apurados por el hambre, pero al estar tan cerca de la traza resulta peligroso para los conductores y para las personas que están a cargo de cuidar a los animales.
En general, el ganado pertenece a la zona de isla y bañados de Alto Verde, Colastiné Sur y La Guardia al igual que las varias familias que se autoevacuaron en la completa precariedad al costado de la ruta. Con postes o chapas sostienen trapos y plásticos que hacen de techo y sobreviven con lo que pueden pescar.En un relevamiento que realizó El Litoral pudo ver que a pocos metros de lo módulos que instaló la Municipalidad para los evacuados de La Vuelta del Paraguayo hay por lo menos 25 caballos contenidos por un hilo de boyero. Algunos animales pasan sus cabezas por sobre el guardarail buscando el pasto fresco, mientras que a centímetros circulan vehículos y camiones de gran porte. Con la corriente que generan les hacen volar las crines.
Ya a la altura del kilómetro 10 de la ruta, en el cordón central, un caballo tordillo mastica sin parar, ni levanta la cabeza. Hacia el este, en el kilómetro 12, otros dos equinos hacen lo mismo. Son cuero y huesos, con la mirada triste.
CRUCE PELIGROSO
Algunos productores de la zona de islas, apremiados por la altura del agua, directamente utilizan las márgenes de la ruta como potreros. Allí se ve pastando una importante cantidad de cabezas de ganado, a escasos metros de la carpeta asfáltica.
El viernes a la mañana, Alcides Rodríguez ponía en riesgo su propia vida para que las 40 vacas que tiene a cargo puedan comer. Es que mientras personal de Vialidad Provincial cortaba el pasto del espacio que queda entre ambas manos, él lo juntaba y se lo cruzaba a los animales. Así hizo decenas de agotadores viajes, midiendo la distancia de los camiones que cruzaban a toda velocidad.
En situaciones similares El Litoral encontró a otros dos baquianos de la zona. Los tres aseguraron que solicitaron asistencia en distintas dependencias provinciales, pero no recibieron ayuda por «estar en zona de riesgo».
TESTIMONIOS
«Encima se viene el frío», Elbio Del Abal pastando animales en el kilómetro 6. «Fuimos a pedir ayuda a la provincia pero no nos dieron nada. No pedimos plata, pedimos que nos traigan algunos rollos de pasto para los animales. Cada uno sale $ 700, más el transporte y en esta situación no contamos con esa plata. Acá tenemos 60 vacunos y 50 chivos que son de la isla de Colastiné Sur. Hacer ésto nos quita tiempo pero tenemos que cuidarlos porque los animales caminan buscando el pasto y están cerca de la ruta. Tenemos que mantenerlos de alguna manera porque es lo que hay para pucherear. Nunca vino nadie, estamos solos. Cuando el agua empieza a subir todo el mundo habla pero después todos se olvidan. Hubo gente que incluso nos denunció. Acá queda poco pasto, encima se viene el frío».
«Siempre voy perdiendo algo», Alcides Rodríguez cuidando sus vacas en el kilómetro 15.
«Tengo unas 40 vacas más o menos acá. Vivo en un rancho en la isla, aunque tengo mi casa en Paraná. Adentro ya no hay pasto así que tuve que sacar los bichos al borde de la ruta y ponerle el boyero. Nunca vino nadie a ver si necesitaba algo. Acá voy a tener que estar hasta que baje, no hay piso y tampoco consigo campo donde llevar los animales. Tampoco puedo pagar el alquiler de un campo. Si sigue bajando, en las partes altas, capaz que en 15 días ya va a haber un poco de playada para que coman adentro. Acá hay que cuidarse de las víboras, ya me mataron una vaca entre el chilcal. Siempre voy perdiendo algo. Es triste».
«No puedo perder las vacas», Claudio Lucero cuidando vacas y terneros en el kilómetro 14.
«Hoy traje 35 vacas. Pero cerca del puesto de Gendarmería (kilómetro 10) tengo más en un corral que armamos. Soy de Alto Verde y salí de la isla el 11 de diciembre. Desde entonces hago esto: cuatro veces al día saco las vacas del corral y, por el costado de la ruta, las traigo hasta acá (kilómetro 14). Tomo el puente de la colectora, a la altura del viejo atracadero de la balza para cruzarlas al otro lado. Ya se me murieron cinco caballos de hambre, no puedo perder las vacas. Pedí ayuda en el Ministerio de Agricultura y Ganadería pero me dijeron que sólo le dan a la gente que tiene tambo o campos para agricultura. A nosotros como estamos en la isla, que es zona de riesgo, no nos corresponde nada».
(Power Max – El Litoral)