Bajo la superficie: investigación sobre los socavones y hundimientos en la Ciudad de Santa Fe 

En el marco de la cátedra «Taller de Investigación periodística» de la Universidad Católica de Santa Fe, los alumnos Valentina Díaz, Ana Leura, Josefina Montero Loza, Agostina Morando y Joaquín Vega realizaron un relevamiento de datos sobre la problemática en la ciudad de Santa Fe.


Los socavones y hundimientos no son algo nuevo para la ciudad, sin embargo, se han incrementado en el último tiempo, esto nos llevó a preguntarnos ¿por qué nos hundimos? Para poder resolver el interrogante hablamos con expertos, visitamos la zona y charlamos con los vecinos. 

Era agosto cuando decidimos quedarnos con los socavones o hundimientos o lo que era para nosotros en ese entonces la creencia de que una parte de Santa Fe desaparecería. ¿Qué sucedía realmente? Y ¿Por qué daba la sensación de que todos ocultaban una parte del problema? 


Los socavones y hundimientos se rellenaron y arreglaron al mismo tiempo en que la información llenaba los vacíos de preguntas.  

Decidimos comenzar indagando qué nos podían decir las fuentes oficiales. La primera institución que consideramos fue la Municipalidad de la Ciudad de Santa Fe, por lo que nuestro profesor Emerio Agretti nos facilitó el contacto de la jefa de Prensa, Astrid Galetti. Ella nos contó que los socavones y hundimientos no son de la jurisdicción de la Municipalidad sino de Aguas Santafesinas S. A. (ASSA), por lo que nos pasó el contacto del jefe de Prensa de ASSA, Germán Nessier. Una vez que sí teníamos el contacto correcto, coordinamos una entrevista con él.  


Primera parada: la versión oficial 

El 16 de agosto nos dispusimos a ir a la Planta Central de Aguas Santafesinas S. A., en Ituzaingó al 1501. A las 14:05 nos recibió Germán, en las míticas puertas de la planta y nos invitó a pasar. Era un hombre de no más de 1,80, con pelo oscuro, dónde ya se comenzaban a asomar un par de canas, cambiado con un pantalón de vestir grisáceo, una camisa celeste, un chaleco de lana gris con el logo de la institución cerca de su hombro izquierdo y unos lentes casi transparentes. Subimos unas estrechas escaleras de madera y metal, esas en las que un paso en falso puede terminar en tragedia, hasta llegar a la Sala de Conferencias, una vez allí nos ubicamos para comenzar la entrevista, ¿qué nos puede decir sobre la situación de Boulevard Gálvez? ¿Se va a hundir Santa Fe? 

Se licitó la ampliación de la planta potabilizadora de la ciudad

Germán Nessier reveló el primer dato que nos dejó boquiabiertos: a lo largo de Boulevard, a 7 metros bajo tierra y con 1,7 metros de diámetro, se encontraba la arteria principal del sistema cloacal de la ciudad. Dicho sistema mantiene el mismo diseño desde la década de los ‘80, tiene una extensión de 670 kilómetros, presta servicio al 70% de la población y vuelca todos sus líquidos cloacales en esta cañería principal. El sistema cloacal santafesino funciona por pendiente, o sea, los líquidos no están a presión en las cañerías, sino que el sistema está pensado para transportarlos por gravedad, colocando los tubos con diferencias de profundidad. Al ser un terreno llano, se cuenta con ciertas estaciones niveladoras o de bombeo, que ayudan al transporte de los líquidos cloacales a lo largo de todo el sistema de la ciudad. Esto se hace mediante la utilización de bombas eléctricas que impulsan el contenido de la cañería en direcciones dónde la pendiente no es favorable.  

Pero entonces, ¿qué pasa en Boulevard? ¿Se va a hundir Santa Fe? Según ASSA, Santa Fe no se va a hundir, al menos no por las cloacas. Los hundimientos y socavones que se provocan en Boulevard ocurren por varios motivos, entre los que se destacan la confluencia de las principales arterias del sistema cloacal, junto con un suelo muy arenoso y la filtración del agua de lluvia. Nessier nos comentó que estos incidentes también ocurren en otros puntos de la ciudad, pero en una escala mucho menor, debido a que las cañerías tienen un diámetro menor, además de que el servicio de cloacas no es el único que funciona de forma subterránea.  

El mito de que Santa Fe se hunde no era (del todo) cierto. Aunque se abrieron nuevos interrogantes: si son recurrentes los socavones y hundimientos, ¿por qué no se encontró una solución definitiva? Para comenzar, no existe una solución definitiva, nos dijo Germán, esto es por diversas causas, entre las que se encuentran los recursos que tiene disponible ASSA y el sistema de desagüe del agua pluvial de la Ciudad de Santa Fe. Lo ideal, para prevenir estas situaciones, sería realizar trabajos de exploración y prevención, pero esto no es posible por varios aspectos: no todas las cañerías tienen cámaras de acceso para inspeccionarlas, algunas son demasiado largas, no pueden ser examinadas por completo, y es algo muy caro. Nessier nos aclaró que lo ideal sería poder realizar estos trabajos preventivos, pero los recursos no alcanzan para poder hacerlos, ya que, además, a diario aparecen inconvenientes en la vía pública que deben ser atendidos con prontitud. Sobre el sistema de desagües, la historia es un poco más compleja, ya que se combinan dos factores explosivos: un suelo arenoso arcilloso y lluvias intensas que saturan el sistema. Al saturarse el desagüe, el agua pluvial se filtra y comienza a ejercer presión sobre los tubos del sistema de cloacas, lo que lleva a que se lave el suelo. ¿Qué provoca esto? Un suelo lavado es más propenso a colapsarse, y al colapsar el suelo, el tubo se va con él dando lugar a un socavón. Esta secuencia ocurrió en la zona del Estadio Cubierto del Club Atlético Unión en enero de 2024, meses después de que finalizara la obra del tramo anterior de esa arteria. En conclusión, no, no hay una solución para este problema. Solo resta esperar a ver dónde aparece un nuevo socavón o hundimiento y arreglarlo.  

Una de las últimas preguntas que teníamos, también fundada en los mitos que rondan el tema, era si el sistema actual de cloacas estaba colapsado por el desarrollo urbanístico en Boulevard. Las sorpresas continuaron, porque descubrimos que el sistema cloacal de la ciudad está sobredimensionado, es decir, pensado para más personas de las que ocupan el servicio. ASSA tiene una capacidad para brindar el servicio a 1 millón de habitantes y la ciudad apenas supera los 500 mil habitantes (y no todos tienen acceso al servicio), por lo que los incidentes no ocurren por un colapso del sistema.  

Segunda parada: Data Encuentro 

Como siguiente paso en nuestra búsqueda de entender qué sucedía bajo la superficie de Santa Fe, e intentando resolver la duda de si las edificaciones en altura eran o no responsables de los socavones de Boulevard, comenzamos nuestra búsqueda de ingenieros civiles o técnicos que puedan facilitarnos esta información.  

La misión no fue sencilla, durante el proceso consultamos con muchas personas, las cuales no estaban seguras de poder responder nuestras dudas. En un punto logramos dar con la amiga de un amigo del hermano de un conocido (sí, una conexión enredada, pero así es la labor periodística), quien es ingeniera civil y casualmente, en ese momento trabajaba de manera independiente en un proyecto de investigación sobre los socavones en Santa Fe junto a otras 3 compañeras y con el respaldo de un concejal de la ciudad. 

Finales de agosto, Virginia Giménez, Ingeniera civil espera a sus compañeros de proyecto debajo de la lluvia, no tiene paraguas, moja sus lentes de pasta rojos mirando hacia el norte. Uno a uno, aparecen Julia Sarniotti, arquitecta; Belén Barnetche, la otra Ingeniera Civil, Patricio Bellavigna, licenciado en Comunicación y Lucas Simoniello, concejal de Santa Fe. Se sientan alrededor de una mesa de madera maciza dentro de lo que antes era un garaje. 

Lucas se centraba, como concejal, en querer saber cuál era el estado de la cloaca. ¿Cuál es la capacidad constructiva que le queda a la ciudad? ¿Hay necesidad de reemplazo, actualización o ampliación de los colectores? 

Antes de seguir, debemos aclarar que hundimiento y socavón no son lo mismo. Un hundimiento es un acompañamiento de la parte superficial del suelo a una filtración en la que el suelo sede. Por el contrario, en un socavón se genera un vacío en el terreno por el cual, en algún momento, la parte superficial de suelo cae. “Un socavón es como romper una goma y un hundimiento es si la placa se achica” nos explicó en algún momento Nadia Román, que llegó al garaje-estudio llegado el final del encuentro. “Imagínense” continúa hablando de los socavones “que están en el arenero y sacan arena, no pueden poner nada arriba porque no hay nada”. En ambos casos resulta casi imposible prevenirlos porque son notorios una vez que el suelo ya cedió. 

Virginia Giménez ponía en evidencia con voz temblorosa que “El problema es que no se puede analizar Boulevard si no se analiza la red completa, porque Boulevard es una consecuencia de lo que pasa en el resto de la red”. Es decir, no había que perder de vista el funcionamiento sistémico de la red, si algo no estaba bien en un punto, todo colapsaba. Y frente a esto proponía los interrogantes “¿Qué está pasando con la red? ¿Cómo está el mantenimiento? ¿Llevan más afluentes de lo que debería? ¿Lleva menos?” 

En primer lugar, no solo hay que hablar de la cantidad de afluentes, sino también de su calidad. Como reveló el equipo de ingenieras en su investigación, muchos edificios que antes eran viviendas para familias hoy en día se han transformado en locales gastronómicos, lavaderos de autos o edificaciones de viviendas colectivas. “Ese cambio de uso no cambia en metros cuadrados, pero si cambia lo que se va a la cloaca” suma Julia Sarniotti.

Según el Anuario 2024 de Data Encuentro, se denomina vivienda colectiva a las edificaciones en las que se agrupa más de una unidad de vivienda. De los 300 litros por persona que se consumen en una vivienda, no solo que se consume más agua, sino que esta tiene un alto contenido de residuos grasos o productos químicos como cloro de piletas de clubes deportivos o jabones.

En el Anuario 2024 también se estima que los residuos de rotiserías son de 2.000 litros por día; en hospedaje de 500 litros por ocupante por día y en salud de 250 litros por cama por día y los locales gastronómicos varían de entre 2.000 y 12.000 litros por día dependiendo el tamaño del local. Los socavones, dicen desde Data Encuentro, tienen dos causas principales: las filtraciones y la falta de mantenimiento. “El líquido produce deterioro en la cloaca y eso produce filtraciones que hacen que el suelo se socave”, comenta Virginia. 

En segundo lugar, no solo hay que pensar en los socavones y hundimientos, que son la parte visible del problema, sino también en los daños a la salud y el ambiente. Cuando sentimos olor a cloaca, lo hacemos porque hay agua contaminada, no controlada, asegura Virginia, “Agua que no debería estar en contacto con las personas, con los animales, por eso es tan importante el servicio cloacal. Es un derecho que tenemos las personas a tener un saneamiento seguro”.   

En tercer lugar, como se planteaba anteriormente el consumo promedio de agua por habitante por día son 300 litros. En los días de lluvia, este caudal de agua se duplica o hasta triplica debido a que los residuos pluviales no están separados de los cloacales, a pesar de que así esté dispuesto por ley.  

Con esto en mente, desde Data Encuentro apuntan a la planificación y la prevención. Una forma de prevenir es gestionar un procedimiento de inspecciones intermedias en la conexión de la red, cosa que actualmente no sucede. Otro aspecto del cual se encargaron es generar un mapeo de semaforización que muestra los puntos en los que los conductos se ven más comprometidos. A partir del informe, desde Data Encuentro señalan que los conductos trasladan mayor caudal del que está admitido en el diseño de la red lo cual genera un deterioro en el sistema. Pensando a futuro, se busca saber la capacidad actual de la red en pos de conocer qué cantidad de edificios y habitantes se permitirían por manzana para saber cuál es la capacidad constructiva de la red cloacal. 

Imagen rescatada del Anuario 2024 publicado por Data Encuentro.

Ambas versiones hasta el momento venían teniendo la misma sintonía y con un discurso similar, parecía ser que todo estaba visto y estudiado, solamente se necesitaba ajustar un par de tuercas y conseguir financiamiento para las obras. Pero todo esto no cerraba del todo. Paralelamente a estas versiones recopiladas, encontramos declaraciones de ingenieros civiles extrabajadores de ASSA o de empresas de construcción, que denunciaban fallos en el sistema y en el modelo de trabajo de la empresa estatal.  

Por esto, decidimos ponernos manos a la obra e intentar contactar con alguno de estos personajes para contrastar sus versiones con las que teníamos hasta el momento. Así es cómo dimos con Hugo Nicolás Alessandría, ingeniero sanitario y exempleado de Aguas Santafesinas, que trabajó más de 35 años en Estudios y Proyectos, diseñando y aprobando todas las obras que se hicieron en la Ciudad de Santa Fe. 

Tercera parada: Hugo Alessandría 

Lunes 30 de septiembre, 9:30 hs, día festivo en la ciudad, poca gente en la calle. Nos dirigimos por calle San Jerónimo hasta la casa de Alessandría. Tocamos el timbre en una estructura que parecía haber sido remodelada hace poco tiempo por su buen estado. Pasados un par de minutos, nos abre un señor de poco menos de 1,80 m., con pelo gris y un bigote que aún conservaba un poco del color negro que en un pasado tenía. 

Nos adentramos a su hogar atravesando un pasillo repleto de recuerdos de distintas partes del mundo que nos mantuvieron cautivos hasta llegar al interior de la casa. Tomamos asiento alrededor de una mesa familiar de roble y solamente bastó con prender la cámara y el micrófono para que Hugo comience su relato. 

Comenzó repasando la historia del sistema cloacal de la ciudad, descubrimos que la red de colectoras del centro tiene más de 100 años, se construyó en 1907. En la década de los ’70, las instalaciones habían quedado obsoletas y con necesidad de cambios. Es importante destacar que, en ese entonces, las planificaciones de estos sistemas no pertenecían a cada provincia sino a un ente nacional, el Ministerio de Obras Sanitarias de la Nación. La ciudad ya tenía una gran limitación en el sistema hacía el norte de la ciudad, con punto final en Pedro Ferrer. Para ello, el ente estatal decidió replantear el esquema que había en ese momento en Santa Fe, proyectando un nuevo recorrido de los líquidos cloacales junto a una gran ampliación de la capacidad de las cañerías. Factor que para el futuro sería muy problemático.  

Tras comentarnos y graficarnos el largo recorrido que tiene el sistema de cloacas en la Ciudad de Santa Fe, nos explicó uno de los problemas fundamentales de las cañerías. “Los líquidos cloacales se pudren con fuertes olores y generan gases de sulfuro muy peligrosos para los materiales, es muy importante la elección del material para ejecutar la obra”. 

Además, señaló que, debido al recorrido, los líquidos están 16 horas dando vueltas, cuando en media hora esa agua entra en sepsis, es decir, se pudre. Esto genera que se formen gases dentro de la cañería que luego se expanden, generando en la interfase (la zona entre el agua y aire) ácido sulfúrico, el cual va atacando la parte superior del caño interior o intradoc. Para complejizar aún más la situación, el uso de caños de hormigón no fue la mejor elección, ya que este material no tolera muy bien el contacto con estas sustancias. 

Imagen del interior de los tubos de concreto con las grietas generadas por los gases. Gentileza de Hugo Alessandría 

Llegamos a la conclusión de que el problema está en la parte interior de los caños y que causa de la constante degradación del sistema es la elección del material para los caños. Cabe destacar que donde haya este tipo de material hoy en día, es muy probable que se sigan produciendo socavones o hundimientos. Pero esto, ¿cómo afecta directamente al surgimiento del socavón? 

“El socavón se produce porque las cañerías cloacales no siempre están llenas. Recuerden que este diseño de la cloaca máxima era para una población de 1 millón de habitantes. Nosotros tenemos 500 mil y no todos tienen cloaca, o sea que trabaja con la mitad, o menos, de la capacidad de los líquidos cloacales (que puede soportar la cañería)” nos comentó Alessandría. En este punto podríamos pensar: Genial, se trabaja con la mitad de la capacidad, ¡no hay problemas! Pero no, esto trae graves consecuencias e influye a que se produzcan los socavones. Recordemos que se forma ácido sulfúrico dentro de los caños por tener líquidos cloacales hasta la mitad; a eso hay que sumarle las características del suelo de la capital santafesina y el hecho de que las napas suelen estar por encima del caño, provocando un empuje de abajo hacia arriba y, al estar vacío el caño, logra moverlo unos milímetros. Si bien son unos milímetros, con el tiempo esa estructura se moverá más de 2 milímetros y terminará colapsando. 

También Hugo señaló que el vuelco a la cloaca varía de acuerdo con el momento del día. A la madrugada tiene muy poco caudal, mientras que en horarios del mediodía puede estar en su pico máximo, volviendo a bajar al atardecer y recupera ese caudal a la noche, antes de ir a cenar. Esto genera que la cañería tenga distintas variaciones de carga, forzándola con pequeñas magnitudes permanentes. A toda esta situación se le suma la ya mencionada presión de la napa, la cual depende en cierta medida de la altura del Río Paraná, advirtiendo que en caso de tener una suba podría agravarse la situación: “El suelo no es bueno. Por ejemplo, si existe una grieta, va a permitir que el agua de la napa filtre y vaya socavando arriba de la cañería, haciendo que, en determinado momento, cuando esté muy socavada, colapse el suelo”.

En este momento, uno de los sectores más vulnerables es el que comprende las cañerías de Juan Díaz de Solís e Hipólito Irigoyen, por ser un lugar donde confluyen varias salidas cloacales y se juntan para dirigirse a la arteria máxima. 

Imagen del interior de los tubos de concreto con las grietas generadas por los gases. Gentileza de Hugo Alessandría 

Otro factor a tener en cuenta, por el que Boulevard se va a seguir hundiendo, es la incorporación del cloro a esta receta. Este fue introducido a la bomba que está cerca del Club Regatas y de la arteria principal de Santa Fe, con el objetivo de disipar los fuertes olores que generaba, ¿El resultado? Se duplicaron los gases dentro del sistema, complicando aún más la tarea de reparación y dañando la vida útil de los caños de hormigón (la cual ya era bastante crítica). 

Entonces, ¿qué solución podría haberse implementado para evitar llegar a este punto? Alessandría nos comentó que propuso insistentemente las chimeneas de ventilación cuando trabajaba en ASSA. Estas chimeneas tienen una función preventiva, ya que evacuan de manera segura a los gases que se generan dentro del hormigón; pero nunca fueron aprobadas. El exempleado de Aguas también nos dijo que existen soluciones concluyentes, pero la situación es delicada.

Según algunos estudios, la cañería está a un 40% de resistencia y es complicado su mantenimiento; por un lado, por la poca planificación previa que se hizo cuando se colocaron, y por otro por la difícil situación económica que atraviesa el país y especialmente los organismos que prestan estos servicios públicos. De todos modos, señalo que “Hay un sistema que se usa en Europa, es una manga rellena de fibra de vidrio que se introduce en la cañería, como una manga de camisas, se introduce y se tira, revistiendo toda la cañería alrededor con PRFV (poliéster reforzado de fibra de vidrio), haciendo que soporte perfectamente los gases” 

Otra opción es utilizar caños de PVC o de PRFV que no son agredidos por el gas. Los caños de PRFV se utilizaron en Urquiza para cubrir el tramo y también se utilizaron en el Estadio Cubierto de Unión, pero tiene un inconveniente: la presión. El caño aguanta la presión interna, pero cuando está sin ella, la carga superior lo tiende a aplastar y si se aplasta entra el suelo adentro de la cañería; además, sus diámetros son limitados. Y, como dijo Alessandría, vivimos en Argentina, por lo que los caños deben someterse a una revisión antes de ser usados, ya que en ocasiones se encontraron con caños perforados por balas.  

Socavon de Urquiza y Boulevard Pellegrini. Imagen de Archivo 

“Cuando uno calcula el diseño de una cañería, considera un diámetro y un espesor determinado, pero las uniones siempre tienen mayor diámetro. Al tener mayor diámetro, tiene mayor movimiento de inercia, y al tener mayor movimiento de inercia, tiene mayor resistencia. Entonces vos estás enchufando un caño a un elemento que tiene mayor resistencia, entonces el caño puede achicarse, puede aflojarse y por ahí entra todo el suelo”

En cuanto a la hipótesis de los edificios, él piensa que el problema son el tipo de cañerías que se eligen. Porque las colectoras que reciben desechos domiciliarios tienen menor diámetro que los colectores, los cuales reciben el líquido de las colectoras. Cuando se haga un edificio en altura, se debería estudiar cómo resolver el problema de los tramos que tengan que soportar más carga de la habitual.  

Una causa del hundimiento de Boulevard que nadie había mencionado apareció llegando al final de esta entrevista con el ex empleado de ASSA, Hugo Alessandría. Los tubos ya llegaron al fin de su vida útil. El sistema de cloacas se modificó a gran escala, por última vez, en la década de 1980, hace poco más de 40 años. Se decidió construir la cañería con tubos de concreto porque ese diseño había funcionado en Europa, aunque se olvidaron de un pequeño detalle, Argentina no es Europa. No se tomó en cuenta las características autóctonas del suelo santafesino, el cual demanda obras más caras al ser tan blando, y tampoco se dimensionó que la vida útil de esos tubos era de sólo 30 años (utilizados en condiciones óptimas).  

Hoy nos encontramos con el mismo sistema de los años ’80, solo que 40 años después y sin los recursos necesarios para llevar adelante una obra que remodele todo el circuito; porque no se alarga la vida útil de las cosas por deseo, se alarga la vida útil porque no se tienen los recursos para cambiarlas. Hugo nos decía que a ASSA solo les queda ser como los bomberos e ir apagando los incendios que aparecen. Y estos incendios cada vez van a ser más recurrentes, porque se juntan los factores que hemos ido mencionando: las filtraciones del agua pluvial, la presión y los movimientos que sufren los caños, los gases que carcomen la cañería y la negligente utilización del sistema cloacal.  

A toda esta situación se le agrega el problema de la convivencia entre los servicios de la Ciudad de Santa Fe. Los que buscan ampliar las viviendas al norte de la localidad y los que luego dicen que es imposible llegar hasta allá con el servicio de agua o con el servicio de cloaca. Así con todos los proyectos, se pavimenta una calle y luego se acuerdan de que no llegó el gas, y se debe romper ese pavimento; y demás situaciones de este calibre.   

En paralelo, Alessandría también denuncia la falta de control sobre los líquidos cloacales una vez terminan el recorrido, señalando que son expulsados “crudos” o sin un tratamiento adecuado, hacia los distintos cuerpos de agua que rodean la ciudad. Los sectores más afectados son los ubicados cerca de la Ruta Nacional N°168 y los que comprenden el habitual recorrido de la maratón acuática “Santa Fe-Coronda”, dónde ya se han registrado denuncias por inconvenientes en la salud de algunos competidores. 

De esta manera concluíamos nuestra charla, quien reconfiguró nuestra mirada sobre la problemática que estábamos investigando, cerrando varios interrogantes y abriendo algunos cuestionamientos para con los planteos irregulares del sistema de cloacas de los años 70’/80′. 

Cuarta parada: la vivencia de los comerciantes 

En última instancia, fuimos en busca de testimonios de comercios cercanos a uno de los socavones principales, precisamente, el de Boulevard Pellegrini y Urquiza. Aquí tuvimos la oportunidad de conversar con Alfredo Antonio Forni, propietario del bar tradicional “Mi Sandwichito”, que tras poco más de 50 años cerró para instalarse exclusivamente como restaurante de comida para llevar, debido a que los dueños deseaban reducir la exigencia del trabajo acorde a su edad. 

Decidimos hacerle algunas preguntas, ya que, después de tantos años de labor, Forni conoce cada uno de los acontecimientos de la zona. También le preguntamos acerca del restaurante “La Tuyú”, el cual se inhabilitó desde la pandemia, pero él mismo aseguró que “Ellos posiblemente no quieran saber más nada del tema”

Alfredo nos comentó que cuando se llevó a cabo el proyecto de la cloaca máxima en la ciudad, él y sus compañeros ya estaban asentados en el barrio. Nos contó que, con esta obra, dejó de funcionar una bomba principal que se encontraba en las calles de Urquiza y Candido Pujato, la cual se encargaba de derivar todo el material cloacal al Náutico Sur, permitiendo, con el nuevo proyecto, que este desemboque directamente en la cloaca máxima.   

Cuando le preguntamos acerca del inicio de los hundimientos, nos explicó: “El caño principal fue hecho en tres partes, atornilladas y unidas. En esta zona de Boulevard, una de esas partes se vino abajo, entonces ahí comenzaron los problemas. Vino gente de Buenos Aires, y de a poquito, fueron sacando todo el material que causó disturbios, hasta que más o menos la normalizaron, pero ya quedó en mal estado.” Además, agregó que “Esta situación se va a repetir, cada vez peor”

Con respecto al impacto negativo que ha tenido el socavón sobre su negocio, nos confesó que, entre 2019 y 2020, tras las quejas por la disminución de clientes debido a los malos olores, la Municipalidad de Santa Fe y el Ministerio de la provincia le otorgaron un apoyo económico para sustentar la pérdida de ingresos. También nos informó que todas las noches y desde hace meses, se hacen controles y seguimientos del interior del socavón con el uso de una cámara que se adentra a casi 10 metros. 

Como última opinión, Alfredo cree, al igual que algunos vecinos de la zona, que los edificios son en parte culpables del deterioro de las estructuras, ya que ejercen una sobre exigencia de los servicios y del suelo santafesino.  

Conclusiones:  

Tras el arduo proceso de recopilación de datos y entrevistas a los distintos actores que estudian o intervienen dentro de la problemática de los socavones, y luego de un proceso de análisis y reflexión sobre el tema, llegamos a algunas conclusiones sobre el origen de esta situación:  

  1. El caudal de afluentes: como se pudo ver en las entrevistas, todos coincidían en que un factor fundamental para que el deterioro de las cañerías sea tan acelerado era la unión en un solo sistema de la parte pluvial y cloacales. Negligencia que se fue arrastrando a lo largo del tiempo llevando a la situación límite actual. 
  1. La calidad de los afluentes: con esta particularidad de que todos los afluentes se dirigen por las mismas cañerías, la mezcla de ellos (grasas, lavaderos, clubes con piletas) genera sustancias mucho más dañinas y peligrosas para las instalaciones. 
  1. Material del que están hechos los caños: de la misma manera, la concentración de estas sustancias dentro de materiales no aptos para esa función lleva a que los socavones sean más comunes e impredecibles. 
  1. Los gases que se generan en la cloaca que dañan los caños sumado al tipo de suelo: gracias a los largos procesos de transportación y la poca prevención, dentro de los caños de hormigón se acumulan gases que corroen el material y provocan filtraciones del suelo, el cual no es firme, sino que ante la mínima modificación se amolda, generando inconvenientes dentro del sistema. 
  1. La falta de mantenimiento: a lo largo de todas las entrevistas se recalcó varias veces que por cuestiones financieras y logísticas no se pudo darle la mano de obra necesaria a las cañerías, incluyendo el cambio completo de las mismas. Esto es una suma otro error de percepción de la realidad del ente nacional que se encargó de realizar la obra. 

Por otra parte, las soluciones a las que arribamos pasan exclusivamente por una planificación a largo plazo que incluya mejoras en el sistema, y a su vez el seguimiento, estudio y análisis continuo y exhaustivo sobre el estado del sistema cloacal santafesino. De esta forma se podría prevenir un problema que pueda ser mayor y minimizar al máximo las posibilidades de tener más socavones que perjudiquen tanto la movilidad como la salud de los vecinos de la ciudad. Debemos reclamar, además, un control más estricto y formal sobre las nuevas edificaciones que se implementan en la ciudad, con el objetivo de no profundizar la sobre exigencia del sistema.  

Tenemos esperanzas de que en algún momento se pueda llevar a cabo una obra sobre las cloacas y cañerías acorde a la capacidad de la población santafesina, que implicaría una gran inversión para una prevención asegurada.  

Autores: Valentina Díaz, Ana Leura, Josefina Montero Loza, Agostina Morando y Joaquín Vega