Ante los violentos disturbios que se han desatado en varias ciudades francesas en respuesta a la muerte de un joven a manos de un agente, Francia se vio obligada a desplegar fuerzas policiales y vehículos blindados para contener la situación. Como medida preventiva, se solicitó la suspensión de los servicios de colectivos y tranvía durante la noche del viernes, debido al temor de que la oscuridad propicie nuevos disturbios en las principales ciudades.
Tras una noche más de ataques a edificios públicos, saqueos de tiendas y vehículos incendiados, el presidente Emmanuel Macron ha fortalecido las medidas de seguridad y ha hecho un llamado directo a los padres de los menores que participan en las protestas.
En el contexto de las manifestaciones, se ha registrado una trágica muerte: la de un joven de 20 años que cayó del techo de un edificio en Petit-Quevilly, ubicado en el departamento de Sena Marítimo, en Normandía.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, enfatizó que «las próximas horas serán cruciales», dirigiéndose a las fuerzas del orden y a los bomberos. Se ha destacado que «Francia está enfrentando disturbios de una violencia sin precedentes».
La violencia estalló el martes en los suburbios de París y se ha propagado por todo el país, tras la muerte de Nahel, un joven de 17 años que recibió un disparo a quemarropa por parte de un agente durante un control de tráfico en Nanterre, al oeste de la capital.
En la última noche, los enfrentamientos dejaron un balance alarmante. El Gobierno informó que se realizaron 875 detenciones (408 en París y sus suburbios) y se reportaron 249 agentes heridos, así como el ataque a 492 edificios y la quema de 2.000 vehículos.
Ante esta situación, la primera ministra Élisabeth Borne mencionó que se considerarían «todas las opciones», incluido el estado de emergencia solicitado por la derecha y la ultraderecha. Sin embargo, el Gobierno optó por implementar medidas de otro tipo para evitar más disturbios.
Por un lado, se aumentó el número de agentes desplegados, movilizando a 40.000 efectivos durante el jueves. Además, se autorizó el despliegue de blindados de la gendarmería, un cuerpo militar con competencias en seguridad pública, principalmente en zonas rurales.
En un intento por controlar la situación, Macron hizo un llamado a la «responsabilidad» de los padres de menores involucrados en los disturbios para evitar que salgan a las calles. También instó a las redes sociales a eliminar contenidos relacionados con las protestas y a identificar a los usuarios responsables.
Por su parte, Darmanin solicitó la suspensión de grandes eventos, como conciertos, a partir de las 21:00 horas, así como la interrupción del servicio público de tranvías y autobuses. Además, se propuso prohibir la venta de cohetes, bidones de combustible y productos inflamables.
El Gobierno se encuentra bajo presión debido a las demandas tanto de la derecha como de la ultraderecha, que exigen una postura más firme y, en palabras del político ultra Éric Zemmour, incluso una «represión feroz». Al mismo tiempo, existen llamados para implementar medidas de apaciguamiento.
La ONU instó a las autoridades francesas a abordar de manera seria los «graves» problemas de «racismo y discriminación racial» dentro de sus fuerzas de seguridad. Sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores rechazó estas acusaciones, calificándolas de «completamente infundadas».
Mientras tanto, varios países europeos, como el Reino Unido, Alemania y Noruega, han advertido a sus ciudadanos en Francia que eviten las áreas afectadas por los disturbios y que extremen las precauciones al viajar por el país.
El crimen de Nahel
Este sábado tendrá lugar el entierro de Nahel, cuyo crimen, cuando se resistió a obedecer las órdenes de los agentes, originó los disturbios, anunció el alcalde de Nanterre, Patrick Jarry.
Mounia, la madre de la víctima, dijo en la cadena France 5 que no culpaba a la policía, sino solo al agente que le quitó la vida a su hijo, ya que «vio un rostro árabe, un chico, y quiso arrebatarle la vida».
La Justicia decretó prisión preventiva por homicidio voluntario para el agente de 38 años autor del disparo, cuyas «primeras» y «últimas» palabras durante su custodia policial fueron «para pedir perdón a la familia» de Nahel, según su abogado.